No es la primera,
ni la segunda noche
que no tengo un mensaje tuyo
sonando en mi móvil.
Recuerdo hace no tanto
recibir tus noticias;
no siempre,
pero muchos ratos,
aunque yo nunca las pedía,
pero no negaré ahora
que me encantaba recibirlas.
No se cómo empezó,
pero llenaste con tus fotos
mis noches de verano,
y mi móvil estaba repleto de risas escritas a mano.
Me desnudé por teléfono
tantas veces por semana
que era incluso como si estuvieras al lado,
y te juro,
te juro,
que nunca confundí las cosas,
que yo solo sonreía
y me ponía muy tonta,
pero jamás, jamás imaginé cogerte la mano.
Llegué a pensar incluso,
que quizá te gustaba un poco,
no sé,
que pensarnos cada día
era algo extraño,
no que fuese tu única,
obvio,
pero que al verme querrías besarme,
como un loco en los labios.
Nos vimos
después de tanto tiempo lejanos,
en el sofá de tu casa
dónde aquel primer sábado,
y me derretí en tus manos
incluso antes de tocarnos,
porque no se que coño haces
que me arde la piel solo con pensarlo,
y eso es algo que no me había pasado,
pero en serio,
insisto,
nunca nunca quise después quedarnos abrazados
ni que me dijeses: "quédate a mi lado",
porque los dos sabemos que no lo haría,
porque simplemente no somos lo que buscamos.
Y aún sin querer eso,
quería un poco más que irme corriendo temprano,
y encontramos un ritmo curioso
para vernos todo el rato,
pero solo un rato.
Sobre todo sin engancharnos,
sin enamorarnos.
Y nunca caí en el amor,
sin duda,
pero me obsesionó el rozarnos,
porque es lo más caliente
que he hecho en años.
No tenía nada de malo,
no querría cenar contigo,
pero no imaginaba en mi culo
otras manos.
Pero volví a volar lejos
y no se qué faltó esta vez,
ni lo sabré supongo,
pero ya no había mensajes
ni ganas de verme las tetas
en fotos salvajes.
xxx
No hay comentarios:
Publicar un comentario